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¿Somos esclavos de nuestra genética?

Recientemente a través de la epigenética se ha demostrado que no somos esclavos de nuestra genética. Dejamos de estar limitados y cambiando nuestro entorno, alimentación, pensamientos o creencias incluso podemos cambiar nuestra biología.

Las experiencias que vive una persona a lo largo de su vida pueden modificar la forma en que se expresa su ADN. Existen “pequeñas etiquetas químicas” que se agregan o eliminan del ADN en respuesta a los cambios en el entorno en el que vivimos. Estas etiquetas activan o desactivan los genes, posibilitando la adaptación a las condiciones del entorno.

Lo que hacemos hoy, influirá en nuestros descendientes

Factores medioambientales, nuestra alimentación, la polución, etc. pueden llegar a introducir mutaciones en la secuencia inicial de nuestro ADN. Estos factores determinarían si un gen se expresa o no. En las plantas se ve muy claro, la luz hace que una proteína se exprese y la planta florezca en primavera y no en invierno. En los humanos ocurre también, por ejemplo, que experiencias traumáticas vividas por una persona tendrían un impacto en su ADN y en el árbol genealógico, transmitiéndose a las siguientes generaciones.

Sin lugar a dudas, la epigenética cambia antiguos paradigmas, yendo incluso en contra del dogma de la herencia genética.

Lo que hacemos, lo que comemos, lo que creemos y pensamos, lo que bebemos, etc. influye sobre nuestro epigenoma y el de nuestros descendientes.

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