Los baños están llenos de cosméticos que parece que han encontrado allí su sitio eterno.
¿Cuántos no tenéis una crema de hace mil años?
Al comprar un cosmético por lo general no nos fijamos, pero estos productos incluyen una etiqueta que indica su periodo ideal de consumo.
Cuando la vida mínima es inferior a 30 meses: se indica mediante la mención “utilícese preferentemente antes de final de…”
Cuando la vida mínima es superior a 30 meses: no es obligatorio indicar la fecha de caducidad. En este caso habría que poner atención al PAO (periodo de conservación tras la apertura) que se presenta con un símbolo de un tarro con tapa abierta y el número de meses que se asegura su uso una vez abierto. Los productos en los que no existe una abertura física del envase como los sprays no se indica el PAO.
Os propongo un reto:
Os animo a ir ahora al baño y que os fijéis en vuestros cosméticos.
Veréis que muchos los podríais conservar sin abrir eternamente. ¿Dónde está el
truco? En conservantes artificiales, aceites minerales y químicos similares que
además de constituir un riesgo para nuestro organismo y para el medio ambiente
son irrelevantes para la eficacia del producto.
¿Eficacia auténtica?
La eficacia auténtica solo la encontramos en la naturaleza y
cuando se utilizan productos 100% naturales, la caducidad debe ser corta. Ahora
mismo en Europa, Ringana es la única compañía que ofrece productos cosméticos
absolutamente frescos de origen natural. Si no conocéis esta marca, 100%
recomendable echar un ojo a la web. Cualquier duda podéis preguntarme por
privado.
¡Recordad que la piel es también un órgano que hay que cuidar!